INTOLERANCIA

Por Ariel Ramos

Doce letras contiene la palabra “Intolerancia”, apenas doce, pero cuanto han pesado para la humanidad, desde que el hombre adquirió conciencia y fue dueño de sus actos.

Ha sido causa de guerras y tragedias –a excepción de las naturales y aún muchas de estas pudieron haberse evitado-, que han dejado huellas imborrables de miseria y sufrimiento en el mundo.

El domingo 18, Andrés Manuel López Obrador convocó a sus seguidores al Zócalo metropolitano a una “asamblea de información”. El acto pudo haberse llevado a cabo el lunes 19, decretado día descanso obligatorio al reformarse el calendario de festejos cívicos.

INTOLERANCIA del político tabasqueño que conociendo que los domingos hay Misa en Catedral y como es usual, se tañen las campanas para convocar a los fieles.

INTOLERANCIA de la clerecía que ordenó que repicaran las campanas durante 12 minutos seguidos.

INTOLERANCIA de la senadora Rosario Ibarra de Piedra que hacía uso de la palabra, en esos momentos sin advertir –porque su voz se escuchaba perfectamente- el continúo tiempo que se hacía sonar al campanario.

Doña Rosario al ser advertida que el repique era continuo, interrumpió su discurso para decir a su auditorio fuera de contexto: “O las campanas saludan a esta convención o tratan de acallar las voces del pueblo. Hay que averiguarlo”. Estas tres palabras: “hay que averiguarlo” fueron el disparo INTOLERANTE de la oradora que provocaron que más de 200 seguidores de Andrés Manuel entraran violentamente en el Templo Mariano, gritando consignas, volcando sillas y derribando barandales.

Una oradora de la experiencia de la señora Ibarra de Piedra, sabía perfectamente la reacción que iba a provocar a los INTOLERANTES seguidores del tabasqueño. Mientras repicaban las campanas, diez personas estaban en lo alto del Templo, disfrutando el espectáculo. Esta actitud fue INTOLERANTE según los organizadores del acto, que lo calificaron de “provocación”.

Con alguna regularidad, durante sus homilías dominicales el Cardenal Norberto Rivera, ha sido interrumpido por INTOLERANTES; inclusive un domingo fue vejado al abandonar en su camioneta el Recinto Sagrado. Como respuesta a esta nueva irrupción del domingo 18, las autoridades del Arzobispado cerraron las puertas del Sacro Recinto y anuncian que permanecerán así, hasta que la vigilancia de la fuerza pública garantice la seguridad del inmueble y la de los oficiantes y fieles.

Este nuevo capítulo de INTOLERANCIA agrava seriamente la unidad de un pueblo lastimado. Corresponde al presidente Felipe Calderón –a él principalmente porque es la máxima autoridad del país-, moderar sus discursos y llamar a la unidad de los mexicanos, no a través de discursos en los que “veladamente” amenaza a sus enemigos políticos.

Dice el preciso: la Catedral y el Ejército son patrimonio del pueblo y no sirven a banderías políticas. Solo que la forma en que lo dice, se parecen a las palabras de doña Rosario: habrá que averiguarlo. Si de verás concita a la Unidad Nacional, que deje la retórica y gobierne para todos los mexicanos sin distinciones.

En su afán de legitimarse, se cuelga de todas las oportunidades que se le presentan. Estimo que ya es hora de evitar la doble cara y los discursos que a nada conducen: Su obligación es gobernar y no lo está haciendo.

“Lástima Margarito”