Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista.
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El relevo presidencial en Brasil, estaba sombreado por la ultra popularidad de Luz Inácio Lula da Silva. Ahora Dilma Rousseff se enfrenta a una serie de acusaciones de corrupción contra sus ministros.
Y es que los primeros siete meses de gobierno de la Dama de Hierro, han sido más turbulentos de lo que se esperaba: Tres de sus ministros, un viceministro y docenas de funcionarios, tienen al borde del colapso el gobierno.
La operación Voucher es la última olla podrida. Federico Silva, viceministro de Turismo; y 37 funcionarios más, fueron detenidos después de desviaron más de tres millones de dólares.
El Ministerio le pagó al IBRASI, un instituto público de infraestructura, para dictar cursos que nunca se llevaron a cabo. “Dineros de la nación se pagaban a organizaciones que no existían bajo contratos sin licitación”, expuso Paulo de Tarso, director de la Policía Federal.
Otro escándalo es protagonista en el país carioca: Según el periódico Folha de Sao Paulo, Wagner Rossi, ministro de Agricultura; infló la nómina de la Compañía Nacional de Abastecimiento (CONAB), para poner a familiares de sus aliados del PMDB.
En la actualidad, se han creado más de 21 cargos, duplicado el número de asesores especiales, y contratado a hijos de senadores, esposas de diputados y sobrinos de ex presidentes del partido de Rossi.
Estos escándalos se adicionan a la sorpresiva salida de Antonio Palocci, ministro del Gabinete; por el inexplicable aumento de su fortuna, y a la renuncia del Ministro de Transportes, Alfredo Nascimento. Por su parte, los medios de comunicación, anuncian prontas revelaciones por anomalías en contratos, en contra el General Enzo Martins, comandante del Ejército y el Ministro de las Ciudades.
El índice de popularidad de Dilma va en descenso y una de las soluciones halladas por la mandataria fue la reunión que sostuvo con su antecesor, quien además, es uno de sus fieles consejeros.
Él le recomendó renegociar puestos con sus socios para tenerlos contentos; pero para algunos es una salida errónea y facilistafrente a una problemática que viene desde muchos años
atras, y que en el mismo gobierno de Lula se patentizó, pero él se hizo de la vista gorda para evitar rupturas en las alianzas estratégicas de los partidos.
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