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Y siguen los casos de corrupción en Colombia

Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista.

Como quisiera vivir en un país de pujanza, libertad, cero corrupciones y buenos gobernantes. Pero este panorama es embarrado por las ollas podridas que salen a la luz desde la Alcaldía de Bogotá y los carruseles de contratación hasta el desfalco público en la salud.

A diario la prensa inicia sus emisiones con la realidad que corrompe a los nacionales y los lleva a pensar cuánto dinero le roban a Colombia, seguro si se contabilizara se encontraría la cura para salir del subdesarrollo. Pero más allá de la crisis económica, está de por medio la crisis ética.

“La corrupción hay que mantenerla en sus debidas proporciones”, promulgaba el ex presidente Julio César Turbay; quien se sumaba a las voces: “Un negocio debe dar hasta para el que roba, pero tampoco el ladrón puede exagerar en sus saqueos”; y es que es válido mencionar ante las evidencias, que este país se convirtió en uno de política vil y ratera.

Lo más triste es que ningún sector está libre de pecado: Los congresistas, gobernadores y alcaldes, los partidos políticos, las entidades públicas… todos tienen rabo de paja, y muy seguro si se atrevieran a meterla a la candela, arderían como las brujas de antaño.

La parapolítica, que maltrató a la ciudadanía, el escándalo de los hermanos Nule con la contratación en Bogotá, el sistema de salud, la carencia de ética de la procuraduría, la fiscalía y la controladuría, el irrespeto por los impuestos y los salpicados funcionarios, son el reflejo de una sociedad que carece de bases morales y solo muestran el hambre que sienten por el capital económico de un Estado millonario.

Fue satisfactoria la decisión del procurador, Alejandro Ordóñez, quien suspendió de su cargo al alcalde de la Capital, Samuel Moreno, quien al lado de su hermano, cobraba altos porcentajes por favorecer a empresas en procesos de contratación.

¿Y cuál es el resultado? Una Bogotá que hoy se sumerge en el caos, avenidas destruidas, puentes caídos, obras civiles que piden a gritos la intervención del Presidente.

Es tan grave la situación, que después de la ola invernal, los alcaldes aprovecharon los auxilios entregados a los damnificados para hacer proselitismo político y favorecer a sus contratistas amigos. Está claro que en Colombia el poder se traduce en enriquecimiento personal, y no en apoyar el interés colectivo. La corrupción es la que ha llevado a que el 45% de la población sea pobre, el 16% indigente y a que el país sea catalogado como uno de los más inequitativos del mundo.


About Jorge Uribe Piedrahíta

Comunicador Social con énfasis en Periodismo Digital y Cibermedios.Desde que inició sus estudios profesionales se interesó por la investigación, la docencia universitaria, el periodismo y la comunicación organizacional. Temas que lo llevaron a coordinar el semillero de investigación “Análisis del Discurso”, en la Universidad EAFIT.